raul gómez

Te acercas con tu cálida sonrisa
y preguntas por qué me enamoré de tí;
Y te abrazo para responderte
que no sé y quizá no sabré,
pero lo quiero descubrir.

Pareces sonreír cuando miro tus ojos,
y parecen bocas porque hablan.
Susurran millones de palabras,
y nadie puede escuhar,
esos versos tan hermosos.

Y preguntas cómo de ti pude
llegarme a enamorar,
si me enamoré de tu alegría,
de tus bellas fantasías,
y me enamoré de tu mirar.

Ven y róbame un beso,
acércate en silencio;
secuéstrame en tus brazos
y ponle a mi amor precio.

Ven y cambia mi existir,
deténte y bésame lento;
métete en mi vida,
adueñate mis sentimientos.

Ven y toma mi mano,
rosa con mi piel tu aliento;
junta tus labios con mi boca,
y siente lo que siento.

Ven y alegra mi corazón,
dale ganas de vivir;
haz que seas su inspiración,
y dale fuerzas para latir.

Ven y besa mis mejillas,
toma el tiempo que desees;
convierte el hoy en infinito,
y demuestra que me quieres.

Ven y canta mis canciones,
escúchalas un poco más cerca;
y no temas si confieso,
que eres parte de mis letras.

Ven y hazme enloquecer,
cambia mi mundo por un cielo;
pinta mi vida sin querer,
y hazte parte de mi anhelo.

Ven y dime lo que sientes,
hazme sonreír un poco;
dime que no mientes
y ama más a este loco.

Ven y calma este latir,
que se va cuando no estás;
pon tus manos y vas a sentir
que te llevo al más allá.

Ven si quieres volar,
ven si quieres ir conmigo,
y si te quieres marchar,
no me importa, yo te sigo.

Anciano, ¿por qué ya no
sales nunca de tu casa?
Cada día estás más triste
mientras el tiempo solo pasa.

Anciano ayer solías
pasear horas de costumbre,
hoy ya no ves la luz del día
y tu sonrisa se fue para siempre.

Anciano, ¿por qué olvidaste
el aroma de la juventud?
Parece que te resignaste
a no ver más el cielo azul.

Anciano, estás pegado
a esa silla con dos ruedas,
y como el aire, olvidas
el sabor de libertad.

Me encanta tu pelo
como flota en el aire,
y me incita tu aroma
que es como el de nadie.

Me gustan como tus labios
brillan por las noches,
murmuran palabras
y hacen que te adore.

Adoro tus manos que
me tocan tan suaves,
me gusta tocarlas
y hacer que me ames.

Admiro tu belleza,
eres sencilla y hermosa,
y hace que crea que eres
tú y ninguna otra cosa.

Poeta sin inspiración
es un niño sin juventud.
Cuando la pluma más no escribe
deja de crecer la ilusión.

Cuando un poeta ya no fluye
va escapandose el corazón
y sus latidos se detienen,
va apagándose una canción.

Si tu sonrisa ya no ve
él poco a poco se entristece,
¿y cómo esperas que él escriba
si hoy tu silueta ya se fue?

Va llorando porque tu vuelvas,
y él ya no logra que lo escuches;
va arrepentido por las noches,
pregunta si tu volverás.

Ya no escribe pues te perdió;
llena de lágrimas su vida,
y se pregunta él al espejo
¿por qué perdió a quien más amó?

Son de agua tus ojos,
por donde naufrago en las noches.
Donde duermo y descanso,
y amanezco entre tus poses.

Son de viento tus cabellos,
con el aire y su vaivén.
Donde vuelo por las tardes,
y también al atardecer.

Son de caramelo tus labios,
por donde te beso en secreto.
Donde encuentro un mar de gozo,
y te rozo, indiscreto.

Son de magia tus palabras,
vienen, van, y no me dejan.
Donde inspiras mis escritos,
y hacen que te los lea.

Son de tersa piel tus manos,
por donde se cruzan mis dedos.
Donde siento tu sentir,
y pienso sólo en tus deseos.

Este poema no es para ti,
no, no es para que lo leas.
Es para tu corazón,
para que no me olvide,
cuando me veas.

Estas letras no son para ti,
no, no son para mi Dulcinea.
Son para tu corazón,
para que siempre me recuerde,
donde sea que esté yo.

Estos versos no son tuyos,
no: son míos, no los doy.
Y cuando tu corazón los lea,
que sepa que te quiero,
pues por él yo todo soy.

Estas palabras tan hermosas,
no son tuyas sino de ella.
Son de esa bella doncella,
que a mi alma sin sentido,
hace tiempo la inspiró.

Esta imagen en mi escritorio,
no es tuya sino mía.
Y esa mía eres tú.
Eres tú mi apasionada,
y eres tú mi plenitud.

Rezó mi alma noche y día,
y de tu amor se hizo presa,
en corazón de celdas frías,
y paredes de melancolía.

Me encerré en una cárcel
mental y sin salidas,
por querer tomar sumiso
a una rosa con espinas.

Mi corazón es diferente,
no se comporta igual que otros.
Quise esribir el poema más triste,
y te dediqué otro escrito incómodo.

La mano escribe para desahogarse,
y termino aún más atormentado,
más hundido en tu ausencia,
con un amor desgarrado.

Quise ser hombre enamorado,
y mi sensatez llegó a su fin.
No quería dejarte aún,
no me dí cuenta y te perdí.