Si supieras cuánto me gustaría que pusieras tu mente hace 730 días y te olvidaras de todo lo que ha pasado en este tiempo. Nuestra primera vez juntos, la primera vez que te abrí la puerta, la primera vez que me abriste tu corazón… Te quiero porque contigo aprendí a soñar y a levantarme todos los días pensando en tí. Te quiero, porque la vida me dio motivos para imaginar un futuro contigo y todos mis planes fueron abriendo un espacio para que entraras en ellos. Te extraño como no tienes idea. Extraño a la persona noble y segura de sí misma que se enamoró del chavo más inseguro y tímido del mundo.
Aunque, también te odio como no te imaginas. Odio que te importe tanto lo que los demás digan, y que los demás que jamás nos conocieron opinen y nos arruinen , cuando tu corazón es el único que puede decidir. Odio que mis palabras se las lleva el viento y que jamás leerás esto cuando durante dos años todo lo que ha salido de mí lo he escrito para tí. Me molesta que no contestes mis llamadas, cuando antes te sonrojabas al escucharme y el tiempo no existía mientras hablabamos. Detesto que la vida sea así, que me haga extrañarte y sufrir por un sueño imposible, y que cambie a las personas tan rápido que no te da la oportunidad de procesar lo que está pasando. Tú ya lo viviste, tú ya lo sentiste, tú sabes lo que me está pasando y sin embargo sólo pretendes vivir en un mundo en el que nada ha pasado y en el que te apoyaste en personas que te hicieron olvidarme y esconder algo que sé aún tienes ahí dentro.
Tus fotos, tus cartas, tus memorias, todo está roto, y aún así duermo con ellas todas las noches; aún así imagino besarte antes de dormir e intento convencerme de que sólo es un bache más que pronto vamos a tapar. Mis días se tratan de tí, por las noches mi sonrisa desaparece y en cada suspiro suelto un poco más de lo que aún me queda de vida. No soporto estar así, no aguanto las ganas de escuchar tu voz todos los días y que me digas cuánto me quieres, algo que aún hacías hasta hace poco.